Es en los momentos de cambio, en las orillas del caos, donde la Nueva Rosa germina.
¡Cuántas, oh cuántos, dedicaron su vida a esparcir sus semillas!
Fueron tiempos de siembra en tierra yerma, de transición y aprendizajes que,
como río certero en su cauce, fluían hacia el ahora.
Confía, alma antigua, confía, en tu corazón está siempre la llave, en ti anida la semilla.
Florece, renace la Rosa, allí donde algunos tan sólo ven espinas.
Siente, alma antigua, siente, pues es tu pecho el que dicta, alto y claro, el camino.
Escucha, maestro de la vida, como todo se despliega en este final de partida.
No vaciles y acude presto a donde tu corazón te guía.
En ti el camino, la verdad y la vida, por siempre, eternamente, vibran.
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